La tragicomedia de Fernando Rojas es una novela novedosa tomando en cuenta la época en que fue escrita. Durante el siglo XV la sociedad española estaba sumergida en una aparente rectitud moral. Es por eso que La Celestina es muy controversial por la manera en que trata el tema amoroso además de las conductas opuestas a la moral tradicional de cada uno de los personajes. Otro aspecto de admiración es lenguaje que Fernando Rojas utiliza. El uso de un lenguaje culto, coloquial, y vulgar permiten mostrar la doble moral de muchos de los personajes.
Uno de los temas en esta parte es el tema amorosa sin embargo este no es de un amor puro y verdadero más bien representa un amor carnal y deseos sexuales. Por ejemplo Calisto dice estar muriendo de amor por Melibea pero en realidad su “amor” es un deseo lujurioso para zacear su cuerpo: “¡Oh, feliz cordón, que has tocado aquel cuerpo que no merezco servir! Te veo entre mis manos y no lo creo” (34). Este tema también es representado por el deseo sexual de Pármeno con Areúsa: “¡Madre mía, que no salga yo de aquí sin conseguirla; que verla me ha matado de amores! (38).
El lenguaje utilizado por los diferentes personajes es una característica más del estatus social de cada uno de los personajes. Es de suponerse que personajes como Calisto y Melibea utilicen un lenguaje educado y que los criados empleen un lenguaje coloquial y hasta vulgar. El lenguaje culto es evidente en los diálogos de Calisto: “¡Señora mía, acaba pronto o toma esta espada y mátame! (32). Los personajes como los criados y las prostitutas utilizan un lenguaje coloquial por ejemplo: “Esta claro que «quien a buen árbol se arrima»” (41) este es un refrán popular que utilizan los pobres. El lenguaje vulgar lo utilizan para ofender a Celestina: “Si entre cien mujeres esta la vieja y alguien dice «¡Puta vieja!», ella responde con cara alegre (14).
Otro tema recurrente es el de la religión donde se subvierte la moral de la iglesia católica sin importar la clase social de los personajes. Por ejemplo la madre de Melibea está enterada de las andadas de Celestina: “No sé cómo no la recuerdas; la que vendía muchachas a los curas” (24). El personaje de Calisto representa aun con más claridad la inmoralidad religiosa que sufre a causa de su amor carnal: “Eso no, porque seria herejía olvidar a Melibea, por quien vivo” (35). La Celestina demuestra que es una hereje cuando adora a Satanás y hace brujería para obtener sus propósitos y por consecuencia los de Calisto. Al fin los hechizos de Celestina han funcionado: “Vengo a pedirte el cordón de mi señora. Además, ella te ruega que la vallas a visitar, y muy pronto, porque se siente muy cansada y sufre desmayos y dolor de corazón” (46).
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